Levanto la mirada y me encuentro con que la inexorable evolución de los videojuegos sigue adelante. Desde hace ya años, se marca la tendencia de que los jugadores han crecido y que ahora lo que venden son los juegos rápidos y directos. Que entre el trabajo y los amoríos solo da para ir a saco al meollo, partir un par de caretos y volver a la vida cotidiana.
¿Y qué pasa con la historia?